Hay una quietud que permite que Dios obre por nosotros y que nos mantiene serenos; la quietud que desiste de sus maniobras y artilugios, de su autojustificación y de su expediente de sabiduría y previsión, y permite que Dios disponga y conteste a la cruel agresión con Su propio amor infalible y fiel.
Cuántas veces nos privamos de la intervención divina al luchar por nuestra propia causa y reaccionar en nuestra defensa.
[Spanish: He Answered Nothing]